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Testimonios


SUP






Hacía mucho tiempo que quería hacer SUP. Siempre veía esas imágenes apacibles de lagos como espejos y  las tablas con sus navegantes encima, deslizándose sin esfuerzo, fluyendo entre la línea divisoria del aire y el agua.

Apenas si había averiguado durante ese “mucho tiempo” en que miraba las tablas, los remos y me imaginaba esa sensación de calma.

Un día, la surfer de la foto era Inés, con todos los elementos restantes: la tabla, la pala, el agua calma, el Sol. Esos días soñados para hacer cualquier deporte, también SUP.  Le escribí, me contestó, me pasó el contacto y hablé con la profe y de repente ya tenía día y hora para concretar ese anhelo.

La Laguna de Chascomús era el lugar donde nos esperaba Eugenia, las tablas, el agua, la calma, el Sol.

Viajamos y al llegar al club me acerco al embarcadero y constato que había viento, mucho viento y oleaje y pensé “con razón Inés me deseó que no hubiese viento”. Había dos nenes en el agua tomando la clase anterior a la nuestra y todo parecía moverse mucho. Ahí me vino un pensamiento limitante, "esto va a ser difícil". Nos cambiamos. Nos juntamos con Eugenia que en tierra nos dio las indicaciones del caso. Anticipó qué íbamos a hacer y cómo. Posición de la tabla en  relación a las olas, nuestra posición arrodillados y cómo tomar la pala y remar, transición a estar de pie, dónde poner el remo en la transición, nuestra posición al estar parados, piernas semi flexionadas, cómo tomar la pala y remar. Y agregó, “cuando se caigan se van a olvidar de todo”. Y allá fuimos y nos hicimos "a la mar", "a la laguna" que se movía al son del viento empeñándose en no colaborar. Trepamos a la tabla y de rodillas la cosa funcionaba. Euge nos dio la indicación de pararnos y la cosa se complicaba, para cuando acomodabas el remo entre las sogas, la ola ya había movido la tabla y si conseguías pararte,  caminabas dos pasos o te desestabilizabas y al agua. Yo parecía estar en un trampolín: me paraba, daba dos pasos adelante y me zambullía por  la punta de la tabla. También me ocurrió que cuando  lograba incorporarme pensaba “¿y ahora? ¿qué había que hacer?” y volvía a caer al agua.

A poco de andar (o de no andar) ya empezaba a pensar que aquello de apacible no tenía nada, y que iba a terminar la clase, remando arrodillada, que por cierto no tenía nada de malo. Pero una voz en mi agitada cabeza, de tantas zambullidas, me decía "es la misma posición de los ejercicios de taichi", "es la postura habitual en que jugás tenis, no debiera ser tan difícil". Le miré los pies a Didier que parecía aguantar más tiempo de pie que yo, y vi que los abría más y no los tenía tan paralelos como los míos. Y así fue cómo la posición erecta empezó a durar más. Encontré que en la superficie de la laguna se forman las mismas estrellitas luminosas  y los dibujos que hace el Sol en la pile en la que nado todos los veranos. Sintonicé intuitivamente mi respiración con la remada: semiflexión de rodillas, inhalación, ir a buscar la remada, palear mientras exhalaba y erguía mi cuerpo y vuelta a empezar con la semiflexión… Así encontré la apacible calma. Así, conectada con mis sensaciones y con el proceso empecé a surfear.







A-tensión flotante – Atención flotante



… saco la cabeza, inhalo, 1, 2, 3 brazadas…
…mi mano derecha toca el borde, tarea concluida, me siento satisfecha de terminar la rutina. Me saco las antiparras, las dejo en el borde, junto a las ojotas y luego me quito la gorra, que sigue el mismo destino.
Me impulso con las piernas, de espaldas y siento el cabello alejarse de mi cabeza y rozar mis hombros. Cierro los ojos, extiendo mis brazos en cruz. Siento como el corazón va latiendo más pausadamente y la respiración se va haciendo más lenta. Siento el sol en la cara, tomo conciencia de cómo mi cuerpo se mece por el “oleaje” de la pileta y va girando lentamente. Intento adivinar cómo estaré orientada. Dibujo mentalmente mi silueta en esa sutil y bamboleante frontera del aire y el agua.

Juego a sentir cómo sobresalen partes de mi cuerpo conforme voy inhalando y cómo se sumergen cuando exhalo: algunos dedos de los pies, el abdomen, las costillas, el pecho, los pulgares e índices de ambas manos, partes del rostro… Un círculo perfecto se dibuja intermitente en mi cara, más pequeño, cuando exhalo, sólo asoman nariz y boca; un poco más grande se extiende liberando parte de los pómulos y de los ojos, cuando inhalo. Sonrío, siempre sonrío con esa sensación de no esfuerzo, de liviandad, de estar contenida y a la vez suspendida. Me concentro en la respiración, a tal punto que el cuerpo suele desaparecer y soy agua, aire, centro, pausa, aire, nariz, pausa y vuelta a empezar incesantemente. De manera gradual se impone, a pesar de su fugacidad, la pausa, el corte, la hiancia entre exhalación e inhalación y entre inhalación y exhalación y puedo escuchar  el ritmo sordo, lejano de mi corazón, que a medida que se lo ilumina cobra protagonismo junto con el aliento…





Escribo para recordar
#paradoja #humor y #cambio




Escribo para emular a Sabi, a Santi, a Fla, a Juan, a Rosi,  y porque Amelia de tanto escuchar que lo digo, lo hace y dice que da resultado y que tengo que escribir hasta los detalles.
Escribo para no olvidar el miércoles 2 de agosto, con lo bueno y lo no tanto. Paradoja, humor y cambio vinieron a mi cabeza mientras completaba la caminata matutina. Conversaciones que empiezan por azar. Mi vecino, el  paseador de  perros, el candidato para pasear a Luna, que nunca respondió a mis saludos cuando nos cruzábamos en “las vueltas”, así de la nada me incluye en su conversación con el guardia y  se incluye  en mi “vuelta” El exceso de velocidad de una vecina con su camioneta fue el motivo de la "inclusión" y continuamos el  recorrido juntos, quejándonos de los conductores,  cada uno por su vereda, él con sus perros, yo con mis pensamientos. En la entrada de mi sector nos despedimos y cada uno siguió con lo suyo. #paradoja
Llegué a casa y salí a andar en bici. 20km. Ahí casi nunca hay problemas. Regular la velocidad y no “correr” a nadie son mis debilidades. Escribo para recordar que en la bici frecuentemente puedo respirar profundo y descansar.
Cuando llegué a las canchitas había aguiluchos. Les saqué una foto, elongué. Me tomé unos  minutos para apreciar las canchas, el color verde, ¿qué decía Denise de la alfombra verde? Cuando volviese a casa lo iba a buscar. Escribo para recordar que rindo más cuando no estoy apurada y me tomo un tiempo para disfrutar y conectar.
Escribo para no olvidar el día que no tuve pensamientos negativos, excepto cuando dí el primer paso en la cancha y recordé los ejercicios de abdominales y pensé “esto va a doler”, y a la vez la voz de Marisa “diosas para el verano” y cualquier indicio de dolor desapareció para siempre. ¡Cuánto relaja sonreír! #humor
Escribo porque tomé conciencia que me gusta correr sobre el pasto, contemplar su color y sentir su espesura. Tenía un largo (o alto) perfecto. Mientras corría a lo lejos escuchaba el tractor y pensaba, “no vengas para acá ahora, no me lo cortes”.
Escribo para dejar constancia de mi  deleite en  escuchar a las aves, más lejos, más cerca y supongo que es por eso que me gusta tanto ir a la cancha. Las cotorras en el monte de eucaliptos a un  costado, las palomas en los setos, los aguiluchos por ahí y los teros protegiendo sus huevos, con su andar entre distraídos y patoteros, nunca sabés si te dejarán pasar.
Escribo para recordar mis juegos mentales. En un lateral de la cancha hubo  papeles multicolores por varios días, restos de algún festejo futbolero. Cuando estoy cansada (y evocando a Kilian en “Correr o morir”) imagino cuando paso por ahí que la gente me vítorea. Eso me da tanta gracia que el cansancio desaparece. #humor
Escribo y me doy cuenta que cuando “era novata” en esto del correr, hace dos años, corría sobre las líneas blancas para no perder la concentración. Ahora doy las vueltas más grandes y no me cuesta concentrarme. Por lo general me entretengo con el ritmo de la respiración, tanto en la cancha como en las escaleras. También siendo novata quería hacer menos de lo que me pedía el entrenador, le sacaba una serie a la escalera o minutos de trote. Hoy es todo lo contrario. Prefiero hacer de más que menos. Hago escaleras en las tribunas de fútbol. Tienen 24 escalones. Cuando empecé hacia 3 subidas 3 bajadas intercaladas. Luego pasé a hacer 6 y ahora 12 y ese miércoles glorioso hice 24 por cada bloque. En una vuelta me perdí en la cuenta y preferí hacer 6 demás. #cambio
Terminé y elongué en la "alfombra verde", contemplando unos teros que estaban en el área, ahí al alcance de la mano.

Matrix y pelotas cortas: 
mi experiencia del Flow


Según Mihaly Csikszentmihalyi, quien acuñó el término Flow, la experiencia del “flow o fluir” "es un estado de conciencia en el cual uno queda totalmente absorbido y absorto en lo que está haciendo, excluyendo todos los demás pensamientos y emociones". Flow es una experiencia armoniosa, de focalización plena, se está en el aquí y ahora, donde "la mente y el cuerpo trabajan juntos sin esfuerzos". El Flow "eleva la experiencia de lo ordinario a lo óptimo".
El “fluir” puede darse en cualquier actividad de la vida cotidiana pero el deporte presenta muchas y variadas oportunidades para que el "fluir" se produzca.
Está vinculado con estados “pico” o elevados en la realización de una actividad deportiva, son momentos decisivos, cruciales. Más vinculado al disfrute o goce que al resultado positivo. El deportista se manifiesta profundamente vivo y compenetrado con lo realiza en ese momento.
Es un estado fugaz, huidizo donde pareciera no influir la voluntad, su ocurrencia es espontánea o casual.

Cuando juego tenis me gusta jugar en el fondo y preferiblemente del lado del drive. Me gusta correr dentro de la cancha pero un capítulo aparte es ir en busca de las pelotas cortas. Me pasa con frecuencia que mientras corro hacia la red siento que todo se enlentece, a la vez que mis piernas se agilizan. El mundo se circunscribe a la pelota y yo. Si bien jugar tenis implica mantener siempre la vista en la pelotita, mi visión de ella es distinta en esos momentos. Es más verde, más grande, más afelpada. Es raro porque la ley de gravedad deja de tener su influencia y la pelota, tras picar en el polvo, se eleva en cámara lenta, tan lenta que me da la oportunidad de alcanzar a golpearla. Siento que corro en una burbuja, un paréntesis. Apenas la golpeo, todo vuelve a la normalidad, y esa percepción del espacio y del tiempo desaparece.


Añadí las imágenes de la película Matrix porque Neo es un personaje que me viene a la mente cuando ocurre esta experiencia y pienso que estas escenas grafican esa sensación: hay tiempo para realizar el acto, hay una concentración peculiar, hay una percepción y precisión extremas.


     


Sensaciones


Desde el viernes tenía ganas de salir a correr. Ese día no pude por falta de tiempo y el sábado y domingo llovió. Hoy lunes todavía sentía esas "ganas". En mi caso para correr tengo que sentir esa "inspiración". No es como salir a pedalear, que sé que la voy a pasar bien, sola o acompañada. Me preparé y salí caminando hasta el puente. Elongué en las barandas, como hacía en Dinámica después de jugar al tenis. Fue una linda sensación. ¡Cuánta memoria tiene el cuerpo! Recordé a las chicas también. Llegué al "aro" y empecé a correr. El circuito inicia con una leve pendiente. Si quiero disfrutar de correr y llegar a dar la vuelta tengo que estar atenta a no acelerarme de las cabeza, y por ende luego en el cuerpo. ¿qué podría acelerarme? Antes de salir de casa llegó la boleta de las expensas (vino con aumento); después de correr quiero salir a hacer mi rutina de bici y más tarde tengo que atender pacientes. "Colgarme" en esos pensamientos atenta a que yo pueda completar el recorrido que quiero correr. Son pensamientos que me llenan de ansiedad. Conozco cuál es mi ritmo y si quiero cumplir con mi objetivo tengo que mantenerlo ahí. Controlo inspirar en dos y exhalar en cuatro. Un paso, luego otro, sólo miro el asfalto y donde voy a pisar la siguiente vez. Un Guardia me pregunta si perdí la bici (porque nunca me vio correr) y le contesto que intento llegar viva a dar la vuelta. Llego a lo de Ines y miro el reloj. Pasaron 7 minutos y voy bien. Cruzo la calle para correr al sol. En el verano, cuando salgo con la bici al mediodía, en esa parte del recorrido hay una pequeña sombra angosta y siempre la aprovecho. Pienso que largas son las sombras ahora, en el invierno a pesar de ser las 14 hs. El Sol está mucho más bajo. Pensando en ello llego a la casa de la Administradora. Es la mitad del recorrido y siento que no me "desarmo". Me miro en mi propia sombra, el vaivén de los brazos, la postura de la cabeza y el torso, "eso" que veo es como me siento.  Antes cuando salía a correr, llegar a este punto era un esfuerzo extraordinario. Al mejor estilo Gaudio ya me había preguntado varias veces quién me había mandado a correr, sentía que el corazón y la respiración no se acompasaban, y el cuerpo.... ¿qué decir del cuerpo? Un esfuerzo movilizarlo armónico y mantenerlo erguido. Ahora voy bien y por eso me pregunto cuántos km voy a hacer cuando deje de correr. Me río pensando que aún estoy corriendo y lo dejo para después. Inspiro en dos y exhalo en cuatro. Me empieza a tirar el gemelo izquierdo. Y empiezo a exagerar el movimiento de la pierna, de la rodilla para abajo. Marco bien la pisada apoyando talón y luego la punta del pie y el gemelo afloja. Inspiro en dos exhalo en cuatro. Concentrándome en ello llego la esquina de los Boulevares. Esquina en la que cuando pedaleo y me faltan aún dos vueltas "me" canto "Only you" (*)("only two") asociar con eso me hace sentir que ya estoy cerca de casa.  Doblo y dejo atrás las sombras largas y todo el sol me da en la espalda. Me saco la vincha que cubre mis orejas. El día es ideal y me entretengo un rato mirando las sombras de mi cabello suelto. Vuelvo a doblar y llego a los mástiles. Otra vez las sombras largas y una leve subida. Pero ahora ya empieza la cuenta regresiva. Estoy a 700 m de doblar en el sector de mi casa. Se me antoja comer naranjas a la vez que tengo el reflejo de agarrar la caramañola de la bici y tomar agua.... pero no estoy en la bici. Aquel verano cuando empecé a salir a pedalear con los del Lalo Team al volver siempre comía naranjas. 
Llego a la entrada del sector de casa, veo el puente del arroyo en el que elongué y allá lejos al fondo el álamo desnudo de la puerta de casa. "Vamos que lo logramos"me digo. Otra vez pendiente arriba, el agua del arroyo, alguna que otra garza, pendiente abajo. Ya veo el volumen saliente de mi casa. La respiración sigue en su ritmo. Aroma a barniz en la casa de un vecino, doblo la esquina y dejo el asfalto. El pedregullo de la entrada de mi casa bajo mis pies, recién ahora puedo pensar en cuántos km podría pedalear.

(*) Only You- The Platters

A continuación señalo algunas de las técnicas  que utilizo espontáneamente al momento de correr:


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