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lunes, 29 de julio de 2024

 Tal vez...




Tal vez te hayas despertado en una cama calentita, tal vez tu casa estaba calefaccionada. Tal vez te estiraste en la cama y sentiste tu cuerpo entero.  Tal vez desayunaste rico, tal vez alguien te haya preparado un jugo de naranjas y compró medialunas. Tal vez fuiste a la escuela, a trabajar o a entrenar, y lo pasaste bien. Tal vez sentiste que pudiste superarte o te incentivó aprender cosas nuevas. Tal vez las aves se posaron en los cables y estabas ahí para apreciarlas. Tal vez te contactaron más alumnos y ves crecer tu emprendimiento. Tal vez llegaste a Machu Pichu en bici. Tal vez conseguiste un sponsor que te hizo llegar sus productos como muestra de su confianza y recompensa a tu esfuerzo diario. Tal vez no tengas una compañera estable pero siempre aparece una ocasional que te invitar a jugar y compartir. Tal vez hayas sentido congoja al entrenar y hubo unos brazos que te alojaron para llorar y desahogarte. Tal vez tu copiloto no pudo acompañarte unas fechas, pero aparecieron otros que se ofrecieron a asistirte y comprobaste que tenés regularidad y consistencia. Tal vez siempre encontrás compañía para las largas horas de entreno en las sierras a pesar del frío.

Tal vez te volvieron las ganas de entrenar y ahora todo cuesta menos. Tal vez tenés ganas de bailar, moverte y festejar. Tal vez te empezaste a hablar mejor y los saltos volvieron a salir. Tal vez sentís que todo se ordena para mejor. Tal vez de estar en el banco pasaste a ser titular. Tal vez estás sumando más minutos. Tal vez tu equipo haya salido Campeón. Tal vez hayas clasificado al Panamericano o tal vez al Mundial.  Tal vez clasificaste a ambos. Tal vez tu destino te encuentre en París. Tal vez tengas muchos motivos para soñar y convertir tus sueños en realidad. 

Tal vez algo de todo esto hayas vivido esta semana y aún no encontraste el tiempo para reflexionar y agradecer que esto te sucediera.

Agradecer siempre

*Agradecida de trabajar con Uds.

jueves, 1 de diciembre de 2022

 

DEL TOMATE

 

Soy psicóloga y trabajo con deportistas. Hace un tiempo mientras trabajaba en “mi huerta” (léase algunas plantas de zapallo, menta y tomates) pensaba todo lo que puede ayudarte la huerta para pensar el deporte y sus resultados. Hoy, voy a escribir sobre mi tomate piletero. Sobre mi planta de tomate traída de la pileta del club.

En el verano, acostumbro a ir a nadar todos los días (todos los días que puedo hacerlo) a la pileta del club. Esto consta de dos rutinas. Una al mediodía, sola o con mi hijo. Y otra a la tarde con mi marido. En cada una de ellas ocupo diferentes lugares del solárium. Al mediodía voy a un extremo del solárium que tiene mucha sombra y me ampara del fuerte sol y de las temperaturas elevadas. Por la tarde, todo lo contrario, tomo mates después de nadar, en el otro extremo del solárium donde puedo apreciar la caída del sol y los teros en la isla de la pile.

Ahí, justo ahí, encontré la incipiente plantita de tomates. Con la congoja de terminar la temporada prematuramente, nunca sabemos por qué cierran tan rápido la pile, disfrutábamos los últimos mates de la temporada cuando reparé que un yuyo que crecía entre las baldosas de la pile, no era tal, sino una pequeña plantita de tomates. Estaba entre la pared del banco de hormigón, donde nos sentamos a tomar matear y la primera fila de baldosas. Ahí, donde le obsequié los sándwiches a la mujer que devolvió mis anteojos de sol. Ahí fue donde tuve el primer dilema. ¿La sacaba y me la llevaba a casa? ¿O la dejaba ahí? Ya no iban a pasar los encargados de mantenimiento, ¿Cuánto viviría? Si yo me la llevaba las chances de sobrevida tampoco eran muchas. Las veces que trasplanté plantitas de tomates no tuve mucha suerte. Ya en el último día de pile había que tomar una decisión y decidí llevármela. Con delicadeza la saqué de su hábitat, la puse en el vaso del termo, en la matera y la traje a casa. No recuerdo el momento exacto en que la planté ni cómo. Si sé que su destino indiscutible era contra la pared de la cocina, lugar que tiene mucho sol y a la vez reparo en el invierno. Entre la albahaca y las plantas de tomates Cherry. Y ahí empezó el cuidado de la bella plantita. Empezaba marzo. No era época de tener un tomate tan joven. Pasó el otoño y la plantita tiraba alguna que otra hoja y se ponía esbelta. Llegó el invierno, y hubo que hacerle un reparo, “un techo”, con unos palos y un nylon grande le hicimos un cobertizo para que pasara el invierno. La planta crecía y crecía en alto y en cantidad de tallos.  Tanto que hubo que conseguir palos más largos para levantar el techo de nylon así los nuevos brotes no rozaban el techo. Tanto creció que dio un tomate fuera de época. Redondo, achatado, contundente. Llegaron los primeros calores y el trabajo era sacarle el nylon de día y ponérselos en las noches. Aún en noches que no daban ganas de salir al frío para cubrirla, hubo que salir para que todo siguiera adelante. Cuando las temperaturas gélidas se fueron y se establecieron temperaturas más templadas sacamos el nylon para siempre. Aparecieron más flores, flores que no se secaban y se expandían hasta el extremo y cuando caían dejaban un hermosa, redonda y contundente bolita de tomate verde. Fue maravilloso descubrir en cada regada un racimo nuevo. Tuvimos racimos de hasta 9 frutos (que había que atar para que no doblegaran a los tallos). El sol y el agua aceleraron los procesos y empezamos a recolectar y saborear el fruto de nuestro cuidado. Pero con ello no terminó el cuidado de la planta. Con la desaparición del nylon y el coloreo del fruto también apareció la posibilidad de que los pajaritos los picotearan.

Te preguntarás qué tiene que ver con el deporte.

Tiene que ver con las distintas etapas que tiene cualquier proceso. Hay que darle tiempo a cada una de ellas y no apresurarse con pasar a la siguiente si no se han adquirido cumplimentado los requisitos pertinentes.

Tiene que ver con mantener la constancia en hacer un trabajo diario, rutinario y comprometido todos los días.

Tiene que ver con mantener viva tu motivación, aunque la etapa que estés transitando no sea la más fructífera.

Con estar presente, enfocado y observar los cambios, los desafíos y los obstáculos que hay que sortear siempre. Las amenazas que siempre están presentes, te encuentres en el nivel que te encuentres.

Tiene que ver que a veces ponés todo el empeño y las cosas no salen como las planificás. Y otras veces o a otras personas le salen “de casualidad” y hay que poder aceptar las circunstancias y no enojarse por eso.

Hoy (noviembre de 2022) la planta de tomate da flores que no cuajan en frutos. Nicolás dice que las golpeé tres veces, (uniendo el dedo mayor con el pulgar y liberándolo de repente) y que la riegue más. Tal vez mi plantita piletera esté pasando por una etapa sin frutos y pegará un estirón o tal vez esté llegando a su fin y entonces habrá que disfrutar de sus últimos frutos y empezar un nuevo proceso con las semillas que guardé.

Aunque no hubiera dado frutos o no hubiera dado tantos tomates como los que dio, fue cautivante verla crecer desde sus frágiles y vellosos 10 cm al más de metro setenta que mide hoy. Fue estimulante sortear con los medios a mi alcance los obstáculos que se presentaron y disfrutar de su paulatino proceso de crecimiento y sorprenderme con cada ramillete de flores y el milagro de esos bellos frutos redondos verdes.  Agradecida por ello.

Acepta el desafío. Aprecia el proceso en el que estás. Cuida tu tesoro. Observa los cambios y actúa en consecuencia.

sábado, 12 de febrero de 2022


 

Apuntes sobre Tría

El triatlón es un deporte que consta de tres disciplinas que se realizan por etapas: natación, ciclismo y pedestrismo. Siempre se mantiene ese orden de sucesión y no hay interrupción entre una etapa y la siguiente, salvo por el tiempo que tarda el deportista en prepararse para la disciplina posterior, lapso al que se denomina “transición”.

Para muchos triatletas la natación es el último deporte que aprendieron y lo hicieron “de grandes” y eso puede conllevar alguna dificultad. No sólo nadar sino hacerlo en aguas abiertas, con un traje de neoprene que cambia las sensaciones del cuerpo. En la pileta, donde generalmente se entrena, hay bordes y se ve el fondo de la misma, que más cerca o más lejos, está ahí, accesible. En los lagos, lagunas y mares, donde se desarrollan los trías, no ocurre lo mismo. Difícilmente se ve a través del agua, más que a unos pocos metros o centímetros o en los lagos de aguas frías y cristalinas se ve con nitidez y el fondo no se percibe más que por su profunda oscuridad.

Esta sensación de no ver y el no haber un límite, de no estar contenido, como ocurre en la piscina,  puede representar un gasto adaptativo importante, si no se lo preparó de antemano. Siempre es aconsejable entrenar en lugares lo más parecidos posible al escenario donde luego se desarrollarán las competencias. Hay deportistas que sienten vértigo al ver cómo aumenta abruptamente la profundidad del lago, en una zona muy cercana a la costa. Es aconsejable buscar referencias, para sostener la visión en esos puntos que no sólo orientarán el recorrido a seguir, sino que oficiarán de sostén psicológico. (Ej. Boyas, embarcaciones, rocas, árboles, etc.)

Otro punto a considerar es que, cuando se entrena natación por lo general se lo hace ordenadamente en un andarivel. Nada más lejano al inicio de un tría, que se caracteriza por el desorden, los manotazos y las patadas hasta que los participantes se acomodan y van encontrando su lugar. Es importante trabajar la entrada al agua, sobre todo para quienes no tienen un buen vínculo con ella, ya que las malas sensaciones pueden arrastrarse a lo largo de toda la competencia, en las dos siguientes etapas. Para ello, es aconsejable entrenar en espejos de agua lo más parecidos al escenario de la competencia; entrenar nadar con los ojos cerrados en la pileta y ser consciente de las sensaciones y pensamientos que se tienen;  entrenar con mucho ruido para trabajar la concentración;  realizar ejercicios de relajación en el agua, como hacer “la plancha” (inhalar y exhalar tomando registro de cómo el cuerpo se eleva en el agua y se sumerge según se inhale o exhale); tener una buena entrada en calor y alcanzar la activación óptima para el inicio de la carrera, etc.

El triatlón es un deporte de resistencia donde hay que trabajar la cabeza ya que el deportista indefectiblemente estará muchas horas solo, aunque esté rodeado de gente, de competidores, colegas y rivales. El cansancio jugará su partida, sobre todo en los trías de modalidad larga distancia, así que tener recursos psicológicos para bloquear el cansancio, las sensaciones de agotamiento, los pensamientos negativos y recurrentes es primordial.  Se puede trabajar con los focos atencionales,  jugar llevando la atención al afuera, poner el foco en el paisaje, en pasar corredores, en distinguir marcas de calzado, colores de ropa, todo lo que sirva para mantenerse “prendido” y a un ritmo constante.  Asimismo, alternar con llevar el foco atencional al interior, realizar un “scanner”, una evaluación de cómo están las distintas partes del cuerpo y la cabeza, en mantener un determinado ritmo, respirando de una manera particular e implementar ejercicios para poder cumplimentar las etapas. (Ej.: vaciar la cabeza, exagerar movimientos para resetear el cuerpo o evitar el aletargamiento, visualizar o evocar situaciones donde uno se haya sentido potente y pleno, etc.)

Es conveniente tener una meta para cada disciplina, para estar más concentrados y presentes durante el transcurso del evento.  En la o las disciplinas donde el deportista tenga fortalezas puede tener una meta de resultado, que busque un resultado parcial. En otra u otras la meta puede ser mejorar la técnica, trabajar en la regulación de los pensamientos, mejorar un desempeño anterior, etc.

La habilidad para poner el foco a corto plazo es fundamental. Para concentrarse en eso que se está haciendo ahora, sin importar cómo fue el tránsito por el agua o por la bici y no sacar de eso un vaticinio y querer compensar con lo que sigue. Cada etapa es una carrera en sí misma y el deportista tendrá que poder enfocarse en cuáles son los recursos particulares que tiene para llevar adelante cada etapa. Así como se pone el casco y las zapatillas para hacer la etapa de ciclismo tendrá que poder cambiar el chip de nadador, a ciclista y por último a corredor, sabiendo cuáles son sus fortalezas, para ponerlas en práctica y estar advertido de sus debilidades, en cada disciplina y tener tips para poder contrarrestarlas. La música puede ser un recurso privilegiado. Como cada disciplina exige un grado de activación distinto, pueden seleccionarse temas musicales para cada una y tararearlas en los momentos que sea necesario llevar la activación a un determinado nivel o repetir estribillos como si fueran “mantras”.

Respecto de las transiciones, hay que prepararlas y entrenarlas tanto como las tres disciplinas. Hacer un plan, memorizarlo, idear una rutina y practicarla. Tomar referencias para cuando se llega de nadar para orientarse rápidamente en el parque cerrado. Hacer ese recorrido previamente a la carrera. Ejecutar y visualizar cómo desenganchar la bicicleta y tomar el casco y calzarse las zapatillas, así como también las maniobras de la T2, que será a la inversa y cómo se tomarán los implementos necesarios para la etapa de pedestrismo. Es crucial el entrenar el vestirse y desvestirse en poco tiempo y con poco lugar. Cuanto más se trabaje en lo que se pueda controlar y los escenarios sean lo más familiares posible, eso optimizará el gasto energético físico y mental y dejará una reserva para enfrentar los imponderables que puedan presentarse a lo largo de la competencia. Para eso sirven los entrenamientos de simulación. Seguramente el triatleta vaya a nadar y vuelva a su casa, o se prepare para andar en bici, vuelva y vaya a trabajar o a estudiar. Es deseable que entrene salir de un estímulo y continuar con otro, al modo de cómo lo hará en competencia. Participar en desafíos diseñados por teams de trías para entrar en clima de competencia son entrenamientos de simulación indispensables para calibrar qué cosas hay que ajustar de las transiciones, y en cada etapa del tría.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

El HÁBITO TE HACE MONJE


  “Al día siguiente el Principito regresó.
Hubiese sido mejor regresar a la misma hora
– dijo el zorro. –
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde,
ya desde las tres comenzaré a estar feliz.
Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré.
Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré;
descubriré el precio de la felicidad!
Pero si vienes en cualquier momento,
nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...
Es bueno que haya ritos.”
El Principito –Antoine de Saint Exupéry

 




“Habíamos previsto que saldríamos para la cumbre hacia las doce de la noche, con la idea de tener tiempo más que suficiente para subir a la cima y bajar luego sin problemas. Pero antes de acostarme empecé a preparar el material para el día siguiente, algo que resulta muy conveniente porque, como he dicho, toda operación lleva mucho tiempo y requiere mucha concentración a aquella altura, y es mejor hacer las cosas con la mayor antelación posible. Además ya por aquel entonces había comenzado a desarrollar mis pequeñas "manías", que luego he sofisticado todavía más y que me gusta respetar, porque pienso que me dan serenidad y me infunden la sensación de que lo tengo todo bajo control. Desde aquella ocasión en el Everest tengo mis rituales, y cada vez que me preparo para una ascensión a la cumbre comienzo por organizar la mochila que me voy a llevar. Siempre llevo una camiseta blanca que me regaló Silvio y que ha ascendido a los catorce ochomiles conmigo, y que no me pongo en toda la ascensión, únicamente el día del ataque a la cima. También tengo una serie de estampitas que mi abuela me ha ido dando cada vez que he ascendido a una montaña de 8.000 metros. Mi abuela siempre dijo que no quería morirse hasta que yo terminara los catorce, y, en efecto, me ha visto hacerlo. Las estampitas han estado hasta ese día en la mochila, pero entonces, cuando vamos a atacar la cumbre, las pongo dentro de una bolsa de plástico cerrada herméticamente y las llevo conmigo en el «buzo», el equipamiento que llevamos para escalar. También me preparo los calcetines, siempre limpios, siempre nuevos, para estrenar. Los agarro el día anterior y cuando me acuesto los aprieto contra el pecho para que estén calentitos, y en el último momento me quito los viejos y me pongo los nuevos. Éste es mi ritual antes de la cumbre. Y, en efecto, puedo decir que lo he hecho cada vez que he ascendido una montaña de 8.000 metros, porque ya en aquella ocasión lo hice de cabo a rabo (sólo que el "sobre" de las estampitas ha ido creciendo con los años y con las cumbres conquistadas). Y no es que sea supersticiosa. Muchos deportistas tienen sus pequeñas manías: entrar en el campo con el pie izquierdo, santiguarse tres veces antes de empezar un partido, llevar alguna prenda o pulsera... Todo me parece respetable, son pequeños "amuletos" a los que te aferras. En mi caso, pienso que toda la serie de pasos que doy cada vez contribuyen a tranquilizarme y me ayudan a concentrarme.” Edurne Pasaban, “Catorce veces ocho mil” 

La cita de El Principito y el párrafo precedente nos pueden servir para reflexionar acerca de la importancia, a nivel mental, que tiene para un deportista, el sostener rutinas de preparación. Un aspecto de la fortaleza mental en el deporte es poder mantener el rendimiento bajo presión y en las condiciones más adversas. A la vez se espera que el mismo sea de igual nivel o superior al del entrenamiento. Las rutinas de preparación son un instrumento útil a ese fin ya que promueven que el deportista esté plenamente centrado en la tarea que lo ocupa, en los estímulos significativos del presente, afianzado en su preparación, en sus fortalezas y logros (autoconfianza) y con la gestión óptima de sus emociones. Las rutinas son prácticas que el deportista hace sistemáticamente en uno o algunos espacios (en el entrenamiento, en su preparación para el mismo, en relación a la vestimenta, alimentación y descanso) y que reproduce en la previa a las competencias para tener la sensación de control en un contexto donde prima la incertidumbre. Es su manera determinada de hacer las cosas. (Ejemplos: preparar el bolso de manera singular, comer alimentos específicos, ver un video en particular, repasar las indicaciones del entrenador, estar con personas especiales, hacer determinados ejercicios de respiración o visualización, etc.) El objetivo principal de la rutina es generar familiaridad y confianza en el atleta, que recurra y encuentre las sensaciones específicas que lo hacen dar lo mejor de sí. Las rutinas ayudan a la sensación de control y calma ante un escenario incierto en relación al desenlace de la competencia o evento. 

 Características de las rutinas: 
•Son siempre accesibles para el deportista, ya que siempre están a su disposición, donde quiera que vaya.
•Son un hábito adquirido, tienen una impronta singular. 
•Regulan la activación para que quien las realiza encuentre el nivel energético ideal para optimizar su accionar. 
•Ayudan al deportista a enfocarse en lo significativo. 
•Dan sensación de control y tranquilidad. 
Son independientes del resultado que se obtenga (no se cambian aunque no se logre el objetivo buscado) 

 Al desarrollar su rutina, el deportista paulatinamente va cerrando ventanas, evita distractores y se focaliza en lo relevante de la tarea por venir. La serie de acciones que componen una rutina hace que el atleta esté ocupado sin dar tiempo extra al pensamiento, que la mente no divague en el pasado que podría repetirse o vaticinando un futuro incierto. En la previa a las competencias, la ansiedad competitiva puede ocasionar en el deportista una distorsión en su percepción del paso del tiempo. Son frecuentes las sensaciones de que no hay tiempo para nada, que los sucesos pasan vertiginosamente o todo lo contrario, que los minutos son eternos y el tiempo se dilata al modo de los relojes de Dalí. Una de las tareas del psicólogo deportivo es colaborar con el deportista para que desmenuce e identifique las acciones que le han servido para estar en armonía y llevar su actuación al límite de sus posibilidades.

sábado, 25 de abril de 2020


A-Sol-As

“Se generan nuevos órganos de percepción
como resultado de la necesidad.
Por lo tanto, hombre,
incrementa tu necesidad
para aumentar tu percepción”

Jallaludin Rumi
1207-1273

En estos días de cuarentena y pandemia escuchamos, leemos acerca de la importancia de estar al sol para que  se active la vitamina D y con ello fortalezcamos el sistema inmune.
La idea de tener que hacer más cosas para preservar nuestra salud además de estar aislados,  puede parecer agobiante pero no colapses. Tomar sol o estar al sol se puede hacer a la par de otra actividad: leer, tomar mate, desayunar, almorzar, merendar, regar las plantas, mientras hacés tu rutina de ejercicios, mientras elongás, etc.
También podemos utilizar la toma de sol para contactar con nuestro cuerpo y reconocerlo.
Se me fueron ocurriendo las siguientes líneas un Jueves Santo de cuarentena (pandemia COVID 19) mientras desayunaba al sol. Había sido una noche fría y salí al jardín vestida con jeans, remera manga larga, zapatillas y medias. Estaba sobre una reposera 100% al sol de la mañana (9:30 am). Conforme iban pasando los minutos, el sol se hacía sentir, y me saqué las zapatillas, las medias y luego el abrigo para quedar con más partes del cuerpo expuestas al sol.
En mi trabajo con deportistas intento que los ejercicios de preparación psicológica formen parte de la vida cotidiana o que los incluyan mientras practican o entrenan su disciplina.
Acá va el ejercicio que podés hacer:
- Podés escanear tu cuerpo al Sol. Discriminar las zonas de mayor impacto. Si estás de cara, reconocer dónde te pega más y dónde menos, dónde es placentero y dónde no lo es. Tal vez te dé mucho sol en el rostro a tal punto que tengas que fruncir el ceño o se te achinen los ojos, y eso que fue placentero en un momento, al cabo de un rato puede dejar de serlo.
- Registrá tu espalda, que no está expuesta al Sol. ¿Es constante la temperatura a lo largo de la misma? ¿Cuáles son las zonas que registran confort y en cuáles  se registra incomodidad? Discerní cada uno de los puntos de apoyo de tu cuerpo, pies, piernas, glúteos, espalda, brazos, cabeza. ¿Cómo es la textura en donde apoyan? Su temperatura, si otorgan comodidad o incomodidad al cuerpo, si lo alojan o no.
-Habiendo escaneado todo el cuerpo, qué maniobras o cambios podrías hacer para que el registro de placer o bienestar se extienda a la mayor parte del cuerpo (cambiar la orientación respecto del Sol, incorporar anteojos, gorra, visera, cambiar la postura, acomodar tu cuerpo sobre una lona o manta que haga la estancia más acogedora, etc, etc.)

De seguro estarás pensando ¿qué tiene que ver esto con el deporte?
Ensayar con el Sol, diariamente, sentir en tu cuerpo su poder estimulante, vivificante, o su capacidad de ponerte incómodo, hace que te actives para aprovechar su energía o para reducir o amortiguar su impacto, te hace incursionar en herramientas para sacarle provecho al entorno o modificar el escenario. ¿Cuántas veces seguiste adelante en una competencia o entrenamiento y luego te diste cuenta que tomarte unos segundos o minutos para cambiar las cosas hubiera sido más favorable? ¿Cuántas veces pensaste que algo era inmodificable, y no lo era? ¿Cuántas veces algo que significaste como negativo terminó jugando a tu favor? ¿Y al revés? Algo que podía jugar a favor, terminó siendo negativo.

Este ejercicio puede servirte para:
·        Focalizar tu atención
·        Registrar tu cuerpo
·        Registrar estímulos motivantes y estresores
·        Registrar zonas placenteras del cuerpo
·        Registrar cuál es la temperatura ideal para tu funcionamiento
·        Registrar tu comodidad e incomodidad
·        Registrar tu actitud frente al placer/displacer

Si bien el estímulo sol es un incontrolable, siempre hay un margen (pequeño o grande) para acomodar el escenario en beneficio propio.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Lo Ideal y lo Real no siempre coinciden


En el video Luis Alberto Hernando, ejemplo de atleta, tiene la virtud de contarnos sobre un abandono. Inicia su “relato” contándonos que la anterior versión de Mont Blanc cometió el error de "pensar", de pensar en las horas que faltaban. Saber controlar nuestro pensamiento en un deporte individual como es el trail running, es fundamental. El autodiálogo en algunas circunstancias puede presentarse imparable y vertiginosamente precipitarse hacia lo negativo como un alud. Es óptimo tener/conocer algunas técnicas para detener esa cadena de pensamientos (parada de pensamiento) y sustituirla por otra que sea más eficiente (autoafirmaciones, auto refuerzos, autoinstrucciones).
Luego nos habla de la importancia del EQUIPO. Todos los deportistas, aunque no sean profesionales “tienen un equipo” y cuando uno enfrenta un desafío como el Cruce está bueno saber quién es quién. El Entrenador, con sus indicaciones técnicas, tácticas, estratégicas. Nuestros compañeros y deportistas significativos, referentes que han pasado con anterioridad por esa circunstancia y nos transmiten su vasta y valiosa experiencia. El médico deportólogo con la suplementación, la hidratación, la organización de los alimentos y el descanso. El psicólogo deportivo con técnicas de respiración y relajación para sobrellevar momentos de ansiedad y estrés y optimizar el descanso. También con la implementación de técnicas de refocalización para recuperar la concentración. El kinesiólogo, el masajista, el nutricionista, etc.
También nos habla de los objetivos de entrenamiento (“foto chula, disfrutar, hacer cima”) versus los objetivos de competencia (“competencia pura y dura, ganar a los rivales”). Finalmente nos habla del cambio de meta en su última incursión a la UTMB. Tras el abandono que tuvo producto del “pensar” se propone entrar en la posición que sea, saber si es capaz de correr 100 millas, se propone correr, caminar rápido, caminar lento pero avanzar… siempre avanzar. Nos alerta que a más millas más problemas y éste es el punto donde quiero poner hoy el foco. En el caso del Cruce no sólo son los km sino también los días, el traslado de las pertenencias, las actividades propias del campamento y la convivencia lo que puede traer aparejados problemas. Todos tienen en sus cabezas la carrera ideal, el Cruce Ideal, que no es el REAL. No siempre lo IDEAL y lo REAL coinciden.
No les quiero pinchar el globo, todo lo contrario. Les sugiero que tengan en cuenta los imponderables que pueda surgir, y piensen cómo los podrían sortear, cuáles son sus recursos ante esas eventualidades. Los invito a que desde la comodidad de sus casas dispensen tiempo y energía en visualizar esos posibles acontecimientos e imaginen soluciones, distintas opciones y las ensayen mentalmente. Les va a salir más “barato” que tener que improvisar en la montaña. La visualización es una técnica dúctil ya que podemos hacerla donde sea y cuantas veces queramos. Estar anticipado es tener un plan para poner en marcha si suceden eventos desfavorables y volver a estar en carrera en el menor tiempo posible y con el menor gasto energético. Estas rutinas de refocalización pueden constar de: las acciones a realizar, en qué nos vamos a concentrar, qué frase gatillo nos vamos a decir, qué música podemos escuchar, etc. Estas rutinas previamente pensadas, imaginadas y practicadas mentalmente mediante la visualización también forman parte del Bolso psicológico (Ver posteo 04/01/2016).
Ustedes pueden aprovechar una bajada porque entrenan cuestas, pueden “explotar” al ver el arco de llegada porque hacen pasadas en los entrenos, si quieren sacarle provecho a lo mental, “practiquen” en sus casas las escenas temidas, que son distintas para cada quien, por su personalidad, por la trayectoria en la disciplina, por las experiencias vividas, etc. Para finalizar, junto con la visualización es deseable que entrenen “simulando”, es decir que los entrenamientos progresivamente sean variados y lo más parecido en exigencia, clima, presión, estrés, vestimenta, acumulación de cansancio, etc. al evento en el que vamos a participar. Tan duro y tan real como sea posible. (Entre los Navy Seals se dice “train as you fight”). No se fíen en que lo exigente va a salir sino lo practican “exigente”.

“ No hago las cosas creyendo a medias. 
Sé que al hacerlo así sólo puedo esperar resultados mediocres. 
Por eso me concentro en los entrenamientos tanto como en los juegos.
Es una actitud que se puede abrir y cerrar como si fuera un grifo. 
Sería imposible hacerme el tonto en los entrenamientos y después, 
al necesitar más empuje en el final de un juego, 
pretender que el esfuerzo se refleje.” 
Michael Jordan 
“Mi filosofía del triunfo”

(Artículo escrito para el Grupo Cruce Columbia: La Leyenda continúa, enero 2016)

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Adolescencia y Entrenamiento
"La preciosa inmadurez"

Trabajo en el ámbito deportivo con niños y jóvenes desde hace 18 años y no deja de asombrarme la liviandad con que los adultos podemos decir algunas cosas. Desde que empecé mi formación clínica en hospitales de la Ciudad de Buenos Aires he trabajado por elección con adolescentes: adolescentes embarazados, adolescentes con ("en") problemas con su familia, con el colegio, con la sociedad, etc.
Te desafían todo el tiempo, te buscan las inconsistencias, son difíciles, son inestables, están mudando, a veces no tienen compromiso (máxime si no lo encuentran de nuestra  parte de adultos "contenedores"), son inmaduros. Winnicott decía que ahí, en la inmadurez, estaba “la parte preciosa” de la escena adolescente. “Contiene los rasgos más estimulantes de pensamiento creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una nueva vida. La sociedad necesita ser sacudida por las aspiraciones de quienes no son responsables.”
Son adolescentes, son vulnerables, están conformando su identidad y prueban a parecerse a sus padres y a no parecerse, a parecerse a sus amigos y a no hacerlo, a sus profesores, a sus ídolos, etc.
Dice Freud en "Sobre la psicología del colegial" que los maestros y profesores   (por qué no iba a suceder lo mismo con los entrenadores deportivos) son personajes sustitutivos de los primeros objetos afectivos (madre y padre) y por ende son otros significativos para los niños y jóvenes que tienen a su cargo. Sus palabras, gestos y opiniones tiene un peso especial como así su mirada, alentadora o desaprobatoria.
En el caso particular  de los entrenadores, sus indicaciones amables o motivadoras o por el contrario si sólo marcan errores sin herramientas para corregirlos o son directamente degradantes del niño o adolescente, tienen un impacto fundamental en la continuidad o no de ese sujeto con el entrenamiento deportivo, influyen en el autodiálogo que tendrá ese deportista y obviamente fortalecerá o disminuirá su autoconfianza.
Los psicólogos deportivos intentamos que los deportistas con los que trabajamos no se hablen en términos absolutos (“soy un desastre”, “no sirvo para esto”, “no sé para qué estoy acá”), que si cometen errores, sólo se focalicen en la conducta (“hice mal el drive”, “ejecuté mal el pase”, “me sobreactivé”) que focalicen en el “proceso” (en las acciones que tienen que realizar) y en darse autoinstrucciones para salir del error y retomar la buena senda.
Lamentablemente a veces nos encontramos con etiquetados en términos absolutos por parte de los entrenadores "no tenés huevos", “pegás como una mujer" (dicho por un entrenador de boxeo a su pupila), "Fulana tiene tal síndrome", etc.
Son tareas del entrenador:
  • Conocer acerca de las peculiaridades de la adolescencia
  • Trabajar sus habilidades comunicacionales para saber cómo transmitir no sólo información técnica sino también estar atento a aspectos emocionales.
  • Establecer metas de “proceso” y no sólo de resultados. Focalizar en los procesos (que son personales) promueve la regularidad y consistencia de los resultados.
  • Tener un conocimiento de cada uno de sus jugadores y generar un vínculo de confianza. Saber que lo que motiva a algunos puede desalentar a otros.
  • Tener control de sus emociones y conocer el momento oportuno para hablar y ser escuchado por sus seguidores. Saber que algunos temas deben ser abordados personalmente y en un ámbito de privacidad.
  • Advertir que cada jugador o deportista tiene metas particulares aún dentro de un mismo equipo.
  • Contemplar "la antigüedad" y experiencia en la disciplina de cada uno de los participantes. Para cada persona las instancias a superar tienen un significado diferente.
  • Estar alerta a signos de padecimiento emocional por parte del deportista y encausar su tratamiento. No naturalizar el  “sufrimiento”.


Si bien el deporte tiene sus momentos álgidos, de extrema ebullición emocional, no perdamos de vista que son niños y adolescentes y que el vínculo que tenemos con ellos no es simétrico. Nosotros, los adultos (padres, entrenadores y auxiliares) ocupamos un lugar de saber y por lo tanto de poder, que conlleva una responsabilidad.