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lunes, 2 de junio de 2014









El envés del revés:
Un ejemplo de intervención en lesiones


"Entonces tuve también la suerte
(¡aunque entonces no pensaba que lo fuera!)
 de sufrir una herida en el cuello que tardó meses en cicatrizar.
 Ni pensar en sostener el instrumento con la cabeza.
Debía sostener el violín en el aire,
usando sólo las más pequeñas contracciones musculares,
un ligero impulso dinámico de apoyo que subía y
 bajaba por los nervios del brazo izquierdo
 sin atarse o ligarse jamás a ningún punto.
Esta experiencia me enseñó a tocar sin peso
y a lograr la comodidad.
Me descubrí prestando minuciosa atención a los grupos musculares
mientras tocaba: cómo se desarrollaban; cómo se fortalecían;
la sensación agradable de la fatiga;
 cómo al aumentar la variedad de formas de tocar,
 aumentaban también mi grado de relajación y de fortalecimiento
 de todo el cuerpo."
El sexo y los violines - Free Play - La improvisación en la vida y en el arte –
Stephen Nachmanovitch




Pilar, tenista mujer de 18 años,  diestra,  se le produce tendinitis de muñeca izquierda, entre el último Future del año y un Challenger. Lesión que la deja alrededor de 20 días sin poder competir pero que no le impedía continuar con sus entrenamientos. Es una jugadora que pega revés a dos manos. Inicia la sesión diciendo “Qué lesión de mierda”, ya que venía trabajando y mejorando el revés. La invito a que se haga amiga de la lesión ya que va a portarla hasta que se cure. Pensamos juntas en el inicio, cuáles eran los beneficios secundarios de esa lesión y refiere haber practicado el revés con slice, golpe que no era frecuente en su estilo de juego. Los beneficios secundarios son aquellos que otorgan una ganancia suplementaria o utilización por parte del sujeto de una enfermedad/lesión ya constituida.

Más adelante va a decir que su entrenador le dice que la ve más ágil de piernas ya que para compensar la falta de revés, hace más uso del drive invertido. Ella no había reparado en el incremento de su velocidad de piernas hasta ese momento.
En sesión durante su rehabilitación hicimos visualización de puntos ejecutados de revés con ambos brazos. En los momentos cercanos al alta intensificamos esta práctica ya que era una de sus herramientas fundamentales. Al principio visualizaba el golpe hecho con soltura, luego le fuimos sumando desafíos: hacerlo con mayor intensidad, hacerlo con mayor profundidad, hacerlo con mayor precisión, sobre las líneas. Pilar visualizaba que ponía la bola profunda, rápida sobre la línea dejando a su rival parada. Pilar manifestaba sentir calor sobre la lesión cuando realizábamos dicho ejercicio.
Finalmente llegó el alta médica y Pilar empezó a pegar el revés a dos manos el día anterior al torneo. Ganó el primer partido 5/7; 6/1; 6/4. En relación a dicho partido refirió que en el principio le costó “soltar” el revés. Empezó a hacer uso de la visualización para el saque en los cambios de lados y el revés a dos manos suelto. Aumentó el porcentaje de primeros saques. Seguramente el hecho de no contar plenamente en su revés hizo que Pilar optimizara el saque, golpe con plena influencia tanto en el resultado final como en la confianza del jugador.
No hizo muchos tantos con el revés pero sí con el revés con slice. Se sintió cómoda con el revés cruzado durante ese primer partido. El hecho de haber padecido esta lesión hizo que Pilar, al igual que el autor de la frase del epígrafe, experimentara nuevos desarrollos de su sensibilidad.

Seleccioné esta viñeta para ejemplificar las intervenciones de la Psicología Deportiva en las lesiones del deportista.
Entiendo al deportista como una entidad psicosomática, por ello concibo que existe una interacción permanente entre lo que sucede en la vida anímica y lo que acontece en el cuerpo y viceversa.
La lesión provoca una ruptura brusca del equilibrio orgánico,  que impacta en la posibilidad o no de practicar el deporte. Demandará además un determinado tiempo de recuperación y rehabilitación.
Si bien las lesiones tienden a generar que los sujetos en general  vuelquen todo su interés sobre el cuerpo y más precisamente sobre la zona afectada, en los deportistas esto es aún más intenso por el hecho de ser el cuerpo su herramienta de trabajo, fuente de valoración,  elemento de potencia y rendimiento.
Las labores del psicólogo deportivo en relación a las lesiones son muchas y variadas:
- en relación a la prevención de lesiones, diagnosticar a aquellos atletas que tienen dificultad en poner en palabras sus afectos, ya que ellos son más vulnerables a canalizar en lo corporal las conflictivas de orden emocional y los más propensos a desarrollar cuadros depresivos o colapsos severos de la autoestima.

Cuando la lesión ya ha ocurrido, el psicólogo puede:
- trabajar con el deportista, su familia y entrenadores sobre la significación que tiene la lesión
- aprovechar a desarrollar aspectos psicológicos, técnicos o estratégicos que se vuelven relevantes gracias a la existencia de la lesión
- abordar la comparación con otros compañeros de entrenamiento o atletas conocidos que hayan tenido la misma lesión y considerar quién los trató, cuánto tiempo les llevó recuperarse y retomar las actividades, secuelas que le quedaron, actividades que realizaron en el tiempo de paro
- incentivar al deportista a que realice en el tiempo de pausa aquella actividades que está impedido de efectuar durante la competencia y/o entrenamiento
- ayudar a soportar la dependencia o asistencia de  otros si la lesión le imposibilitara moverse por sí solo
- trabajar en la relación lesión magnitud de la respuesta psicológica: a veces una lesión grave “pareciera” no provocar ninguna respuesta emocional en el atleta y otras veces, un traumatismo leve los hace sentir impotentes

- si hubiera intervención quirúrgica trabajar el temor, la ansiedad y las fantasías que ella genera.  Los pros y contras de la operación.




(Artículo publicado en Luján Deportivo en mayo de 2013)






De cábalas y rutinas

La edición 2013 de Wimbledon trajo muchas sorpresas. Nadal fue eliminado por Darcis en primera ronda, Federer fue eliminado por  Sergiy Stakhovsky, en segunda ronda. También sucedió algo similar en el cuadro femenino con la eliminación temprana de Sharapova, Sara Errani, Ana Ivanovic, Jelena Jankovic y Caroline Wozniacki, hubo un tendal de abandonos por lesiones diversas y para finalizar Andy Murray se coronó Campeón del Torneo.
Otra de las sorpresas fue la aparición de Dustin Brown (Ránking 189)  que eliminó en segunda vuelta al otrora campeón de Wimbledon (2002), Lleyton Hewitt.  Brown abunda en peculiaridades, 1,96m de altura, sus rastas, su juego poco ortodoxo, sus variadas nacionalidades (nació en Alemania, hijo de madre alemana y  padre jamaiquino, participó en el 2003, en la Copa Davis representando a Jamaica y luego debido a la falta de apoyo financiero de ese país al tenis, estuvo por representar a Inglaterra ya que tiene una abuela inglesa), etc. Una singularidad de Brown durante el juego es el hecho de pedir determinadas pelotas en su turno de saque. No se dirige, como es costumbre, al fondo de la cancha a recibir las que lanzan los ball boys, sino que pide aquella con la que se jugó el último punto. Podríamos preguntarnos si esto es una cábala o una rutina.
Una cábala en lenguaje coloquial significa una suposición, una conjetura asociada a algún tipo de ritual que se desarrolla con la esperanza de lograr un determinado objetivo o tener buena suerte. Por ejemplo, levantarse con el pie derecho para tener un buen día, “tocar madera” para no ser abandonado por la buena suerte, usar un amuleto en determinadas circunstancias, etc. En deporte, por lo general los atletas repiten determinados actos y portan ciertos objetos que asocian con buenos rendimientos o resultados exitosos y evitan los que relacionan con malas experiencias. “Si me pongo tal remera, con la que gané tal torneo, sé que me va a ir bien”, “Siempre que me pongo este vestido, pierdo”,  “Si toco el rosario antes de sacar, meto los saques”, etc. El deportista realiza la cábala como un intento de tener bajo control lo que no puede controlar, y con un objeto/acción que por lo general no tiene relevancia en el contexto de la competencia. Las cábalas son rígidas e irracionales.
Si Dustin Brown hace que le alcancen la pelota del último punto, porque con ella hizo el tanto, como si fuera una “pelota ganadora”, estaríamos en presencia de una cábala.
Pero por otro lado, podría tratarse de una rutina si lo hace para perdurar focalizado en la ejecución de su saque, o para mantenerse concentrado/ “ocupado” en algo y no pensar en que está en circunstancias de presión (tener que cerrar un game/set/match; salvar un match point; sostener un quiebre, etc.). También si lo hace para tener la confianza y la regulación emocional ideales para optimizar la ejecución de su saque. Teniendo en cuenta que Dustin Brown ganó muchos puntos en ese partido con Hewitt,  con la táctica de saque y volea, podría pensarse que este comportamiento buscaba despertar en él las sensaciones imprescindibles para obtener de su servicio el mejor rédito posible.
Gracias al uso de las rutinas los deportistas no piensan demasiado. En el caso del tenis, se incentiva su empleo en los tiempos muertos (entre puntos y cambios de lado) donde rápidamente pueden asaltarlos las dudas y preocupaciones con hipótesis de cualquier tipo: “¿Qué pasaría si hago doble falta?”, “¿Qué pasaría si no cierro este game/set?”, “¿Qué pasaría si gano este partido?”, etc. Las rutinas sirven para mantener la cabeza en el tiempo presente, en el aquí y ahora, bloqueando todo tipo de distractores, tanto internos como externos. Se caracterizan por ser flexibles ya que se adaptan a las eventualidades del contexto deportivo.

El psicólogo deportivo:
·   hace tomar conciencia al atleta que las cábalas que realiza no se relacionan con su rendimiento, que si va a apostar su desempeño a un objeto o conducta, qué sentido tendría entrenar diariamente
·    colabora con el deportista para que pueda identificar sus momentos vulnerables durante la competencia
·  ayuda al atleta a elaborar rutinas para realizar en dichos momentos y que se comprometa a desarrollarlas de manera sistemática
·   familiariza al deportista con el uso de rutinas que sirven para: regular la emoción, aumentar la confianza y focalizar la atención que trae aparejado un alto desempeño estable en el tiempo

Según las neurociencias, el cerebro humano se maneja mejor con las certidumbres. Es posible que el ser humano recurra a las cábalas cuando se ve amenazado por la incertidumbre, lo que es habitual en el contexto deportivo.  Es nuestra labor con los atletas que esas “certezas” provengan de variables que ellos pueden controlar: la concentración en su plan de juego, sus emociones, sus pensamientos y su autoconfianza.

“Cuando me enfrento a situaciones cruciales sólo pienso en lo que trato de lograr. Cualquier temor es una ilusión. Parece que hay un obstáculo en el camino pero en realidad no existe.  Lo que sí existe es la oportunidad de hacer el mejor esfuerzo y obtener éxito”
“Mi Filosofía del Triunfo”, Michael Jordan

(Artículo publicado en Luján Deportivo en julio de 2013)












“Errare humanum est, Perseverare diabolicum”
(Errar es humano, caer en el mismo error diabólico)

 (Lucio Anneo Séneca)



Se trata de la final del Torneo de Tenis de Queens. David Nalbandian (39) iba un set arriba contra Marin Cilic (18). Estaban jugando el segundo set, iban 3 iguales, Nalbandian al saque, y cuando iban 15 – 40,  al perder Nalbandian el punto y por ende su saque, reacciona como se ve en el video.

Recorté esta situación para ejemplificar la inadecuada descarga de la tensión, que puede darse tanto en el deporte de iniciación como, en este caso, en el ámbito del deporte profesional cuando no se trabajan los aspectos psicológicos en forma metódica y constante.
La agonística del deporte tiene dos aspectos, la descarga de agresión y la rivalidad. En relación al primer aspecto, al jugar un partido o participar en una competencia se descarga tensión a la vez que las tendencias a dominar, apropiarse y destruir ven posibilitada su realización dentro del marco de las reglas de juego de cada deporte y del objetivo del mismo.
En esos avatares, sentir o tener presión es algo habitual en los deportistas y más aún en aquellos que se dedican al alto rendimiento. La diferencia fundamental está en qué pueden hacer unos y otros con ella.
La presión puede experimentarse tanto a nivel psíquico como en el plano motor. En lo psíquico se presenta como exceso de carga, intimidación u obstáculo mayúsculo a superar. Mientras que en lo motor se observan contracciones involuntarias permanentes de los músculos de una parte del cuerpo que provocan la aparición sistemática de errores, torpezas, fallas de cálculo, en el timing y pueden influir en la aparición de lesiones.
En otra oportunidad (*) hablamos sobre el significado de las respuestas de enojo, como el modo que encuentran los deportistas para sobrellevar mejor los nervios de la competencia y sentir que controlan la situación. Entre el miedo y el enojo, prefieren quedarse con éste último porque sienten que les da la chance de “cierto manejo”. Podemos agregar que cuando estas respuestas no son cortadas de raíz, cuando aparecen una y otra vez, si no se les muestra al jugador que es sólo UNA de las respuestas posibles, y no LA RESPUESTA y que además es inadecuada, aumentan su intensidad y se  transforman en patrones de conducta, en hábitos que con el correr del tiempo son muy difíciles de modificar.

¿Qué puede hacer el psicólogo deportivo ante estas situaciones?
- Señalar que esa respuesta de enojo es una de las tantas posibles y que por lo general es improcedente.
- Familiarizar a los deportistas con los sentimientos que pueden surgir a lo largo de la competencia, que algunos favorecen su rendimiento y otros lo obstaculizan.
- Trabajar en la diferenciación de los aspectos controlables e incontrolables de toda competencia. Incentivar a los atletas a focalizar toda su energía en lo que se puede controlar (sus pensamientos, su diálogo interior, su actitud, seguir un patrón de juego preestablecido, etc.)
- Habituar al atleta en que la presión siempre estará presente en toda competencia, identificar qué escenas lo vuelven vulnerable y luego desarrollar un abanico de técnicas que le permitan desempeñarse al máximo en esas condiciones.
Por ello es ideal que el psicólogo integre el cuerpo técnico y trabaje in situ con los deportistas, “en cancha” para poder intervenir en el “aquí y ahora”, cuando estos desajustes ocurren. El objetivo de este proceso es la incorporación de habilidades psicológicas por parte del atleta para que mejore o mantenga su rendimiento como así también su calidad de vida.
Para finalizar y retomando el epígrafe, incrementar el entrenamiento técnico-físico para superar respuestas emocionales desacertadas es sólo perseverar en el error.

domingo, 1 de junio de 2014





Dime "tus previas" y te diré quién eres...



Jueves 28 de junio de 2012
8:30hs Chateo con un amigo quien me cuenta que Del Potro pidió el último turno para jugar su partido en Wimbledon para poder ver el partido de Boca vs Corinthians (se jugaba a las 2am de Londres)  Pienso que me dice eso porque no soy de Boca y empataron a último momento. Lo tomo como un chiste.
9:00hs Leo en Ciclismo Zonal la nota “Tour de Francia: Diario de un ciclista” *(1). Mientras que leo pienso que tengo un excelente material para trabajar sobre “las rutinas” en los talleres que realizo sobre Psicología Deportiva.
10:30hs Una amiga con quien comparto el gusto por el tenis me comenta el mismo chiste que mi amigo, sobre del Potro y el pedido del cambio de horario. Entiendo que no se trata de un chiste. (http://golesdemedianoche.com/wp/2012/06/del-potro-pidio-cambio-de-horario-para-ver-a-boca/)
Más allá de si pidió o no el cambio de horario, Del Potro se acostó a las 4am por ver a su equipo en la previa a un partido de Wimbledon. Interesante el contrapunto de  noticias para abordar el tema de las rutinas de preparación.

Las rutinas de preparación aportan familiaridad al atleta en cualquier momento o entorno, por ende desvían la presión y regulan la ansiedad a la vez que  aumentan la sensación de control y confianza. Focalizan la atención del deportista en los estímulos relevantes, indicando en qué concentrarse y cuándo hacerlo. Facilitan también la automatización de la ejecución motora. El objetivo de las mismas es poder ejecutar lo requerido con la confianza, la concentración y el control emocional adecuado y que despierten las sensaciones que el deportista necesite en momentos determinados.
En el Diario de un ciclista, que es una rutina en sí mismo,  podemos apreciar un relato sistemático, sucinto que contempla todas las áreas de importancia de la rutinas de preparación, a saber: la importancia que cumple la dieta en relación al entrenamiento y a la competencia, el registro de las sensaciones corporales, el detalle del entrenamiento y su registro, el apoyo de la familia y amigos, el contacto diario con el entrenador aunque no esté presente, lo relevante del descanso (que en este caso es necesario realizarlo en altura), el autoconocimiento de las emociones previas a un evento de la importancia del Tour de Francia y su impacto en el cuerpo, etc.
Los insto, a quienes aún no lo hacen, a adquirir el hábito de reflexionar por escrito acerca del hacer y del sentir tanto en los entrenamientos como en competencias, como uno de los modos de crecer en el autoconocimiento.

Les dejo para finalizar un exquisito pasaje del libro El Zen en el arte del tiro con arco”  de Eugen Herrigel. Siendo una de las ideas principales del Zen la unidad del cuerpo y de la mente y a la vez inseparable de la esencia de lo que se está haciendo.
“…para que la pericia se vuelva espiritual, es necesaria una concentración de todas las fuerzas físicas y psíquicas, igual que en el arte de los arqueros que, según se podrá apreciar en los ejemplos siguientes es en todas las circunstancias, absolutamente imprescindible.
"Un pintor se sienta ante la clase, examina su pincel y lo prepara lentamente, lo embebe con cuidado en la tinta, endereza la larga tira de papel que se extiende delante de él sobre la estera, y finalmente, después de sumergirse por un momento en una  profunda concentración en la que parece estar rodeado de un halo de inviolabilidad pinta con trazos seguros y rápidos, un cuadro que no necesita ya de correcciones ni modificaciones y puede, por ende, servir de modelo a la clase.
Un maestro de arreglo floral inicia su clase desciñendo cautelosamente la cuerda que mantiene unidas en un haz las flores y las ramas y las va depositando cautelosamente al costado. Examina luego las ramas una por una, elige la mejor,  la curva prudentemente imprimiéndole con minuciosa exactitud la forma que corresponde al papel que le tocará desempeñar en el conjunto y finalmente las arregla en un exquisito florero.”


*(1)  (http://kirol-osasuntsua.blogspot.com.ar/2012/06/diario-de-un-ciclista.html)


(Artículo publicado en Luján Dep en julio de 2012 con el título "El Caso Del Potro")






"No me siento una top ten"

La tenista italiana Sara Errani se ha convertido en la revelación de Roland Garros 2012 al clasificarse Campeona de Dobles junto a Roberta Vinci y Subcampeona de Singles tras perder con María Sharapova. Sus recientes declaraciones al respecto fueron: “no creía demasiado en que podía ganar a las mejores”, “no me siento una top ten. Pero lo soy y se hace raro”, “me sorprendió que tanta gente me animase”, “quiero pensar que no es normal que llegue a las finales de un Gran Slam”.
Hace unos meses Paula Ormaechea, compatriota nuestra, nos sorprendía en el Abierto de Australia sorteando la etapa de clasificación y luego ganando en primera ronda contra la 50 del mundo. En esa oportunidad le preguntaron acerca de sus ídolos y nombró a las hermanas Williams, que ella se formó admirándolas en especial a Serena. Ante la posibilidad de jugar contra ella contestó: “Creo que le daría la mano y me voy. No me imagino en una cancha con ella”. Paula tiene 19 años y era su debut en un Grand Slam.
Salvando las distancias entre ambas, se trata de dos tenistas que están insertándose en lugares de mayores exigencias y se están enfrentando con sus ídolos.  Tienen que familiarizarse con estas nuevas instancias de competición. Pero este tipo de frases a veces habitan en la cabeza de deportistas avezados (de cualquier disciplina), que ya pasaron las instancias del debut. Cabe preguntarse qué pasa con ellos que siempre “tropiezan con la misma piedra”, en este caso, tropiezan con determinados jugadores a quienes sistemáticamente no pueden vencer, con quienes no pueden desarrollar todo su potencial.  
Toda competencia tiene un componente agonístico que se relaciona con la lucha con el rival.
Desde el psicoanálisis podríamos pensar que en tanto y en cuanto el rival ocupe un lugar de semejante, estos deportistas pueden con él, mientras que se les complica cuando el adversario es un ídolo y ocupa en la psiquis del jugador un lugar vinculado a la figura paterna.  Crecer, alcanzar la madurez (aún en el deporte) implica ocupar el lugar del padre, y éste es un acto agresivo. De ahí la lucha generacional típica de la adolescencia. Podemos conjeturar entonces que algo se les juega con la culpa y el temor a las consecuencias de vencer al padre, de destronarlos  y hacerles perder su lugar. En la jerga deportiva popular es conocida la frase “los tenemos de hijos”  propias de equipos que ostentan supremacía sobre otros.
Por eso es una tarea del entrenador y del psicólogo indagar acerca del significado que el deportista o equipo le atribuye a cada rival. El entrenador orquestará los recursos en aras del buen desempeño en función de las características del oponente. Y al psicólogo le cabe despejar qué encarna ese rival en el psiquismo del atleta, a qué figura significativa de su historia puede remitir.

(Artículo publicado en Luján Dep en junio de 2012)

Las respuestas de enojo: Baghdatis y su ira



El video nos muestra una escena que protagonizara Marcos Baghdatis en el Abierto de Australia 2012.  Es interesante para abordar un tema frecuente en los deportes que son los ataques de furia o rabietas de los deportistas.
En principio podemos decir que todo comportamiento tiene una finalidad, si el jugador realiza ese acto es porque para algo le sirve. Esto no significa que el comportamiento sea efectivo, como por ejemplo en este caso, para afrontar el estrés competitivo.
El sentirse nervioso puede ser una situación muy incómoda para un deportista en una competencia, ya que lo remite a tener o sentir miedo. Ante este cuadro algunos “prefieren” sentir rabia o enojo así tienen un “cierto” manejo de la situación, advierten que así la controlan y no se sienten desamparados. Es una de las tácticas que los jugadores utilizan para sobrellevar mejor los nervios.
El romper raquetas, revolear pelotitas a las tribunas o manifestar exageradamente frustración o enojo son mecanismos de defensa frente a la angustia. Ésta surge por lo general en momentos especiales, en el caso del tenis, por ejemplo puede darse ante reiteradas dobles falta, en un break point, en un set point, ante un fallo adverso, cuando se pierde con quien se debiera ganar, cuando el partido se va de las manos, etc.
¿Qué se puede hacer con este tipo de deportistas para que cambien de comportamiento?
- Filmar los partidos. Los deportistas toman conciencia de cómo reaccionan ante la adversidad o los momentos críticos y el impacto de verse “desde afuera” produce efectos positivos
- Adquirir un conjunto de rutinas y atenerse a ellas sobre todo en los momentos en que se empieza a sentir temor o nerviosismo
- Entrenar y competir para dar el 100% a nivel físico y emocional
- Trabajar en la visualización de situaciones adversas, cómo se quiere manejarlas tanto en lo físico como en lo mental
- Transmitir una imagen física positiva y serena en las situaciones desfavorables
- Diseñar un plan de juego concreto y tomar el compromiso de seguirlo
.
Básicamente se trata de trabajar con el deportista para que oriente esa energía que malgasta, en cosas que puede controlar como ser: la concentración, el ritmo respiratorio, su voluntad de entrenar, su persistencia en el esfuerzo más allá de los resultados, su diálogo interior y su actitud de lucha.
Si bien estas notas fueron pensadas a partir de una situación específica en un torneo de tenis, son extensivas a cualquier disciplina deportiva. Los que transitamos el ámbito deportivo hemos visto o presenciado escenas análogas:  chicos que prorrumpen en llanto,  deportistas que discuten acaloradamente con un árbitro, peleas entre participantes, etc. Son todas reacciones ante la impotencia y frustración que produce un rendimiento no deseado.

Espero que les haya servido. Hasta la próxima






El difícil arte de ser  padres de un tenista


“La vida ha de ser más fácil para el niño que para sus padres.
Habrá de ser el centro y el nódulo de la creación:
“His Majesty the baby” como un día lo creímos ser nosotros.
Deberá realizar los deseos incumplidos de sus progenitores
y llegar a ser un gran hombre o un héroe en lugar de su padre,
o si es mujer, casarse con un príncipe,
para tardía compensación de su madre”.

Introducción al Narcisismo,
Sigmund Freud, 1914


El presente artículo surge de la observación de una fecha de un Torneo G4 donde participaban niños tenistas de 10 a 14 años. Salvando las particularidades propias del tenis, muchas de las conductas observadas en los padres, pueden hacerse extensivas a otros deportes.
El torneo se jugaba en 7 u 8 canchas de un club de la Provincia de Buenos Aires. La mayoría de los padres se ubicaban en los bancos dispuestos en el pasillo de distribución de las canchas, en correspondencia con sus hijos. Alguno que otro miraba “colgado” del alambrado, como queriendo traspasarlo.
El momento previo a la competencia es óptimo para preguntarle al chico si quiere ser mirado y cómo. Algunos preferirán que los vean sin que ellos se den cuenta; otros que los miren desde el bar; otros quieren que sus padres estén bien cerca, prácticamente adentro de la cancha; otros no quieren ni siquiera que sus padres bajen del auto. A veces, aunque sean sus propios padres, son un elemento más de presión y en otras oportunidades pueden ser elementos de motivación, de ánimo y de confianza.
Así como para los padres no es lo mismo mirar cualquier partido que mirar uno donde juegan sus hijos, para el menor las miradas tienen “distinto peso” y las expectativas familiares algunas veces pueden obstaculizar el rendimiento, ya que como lo expresa el epígrafe puede tratarse de meta o deseos incumplidos por parte de los progenitores.
Es probable que el niño/adolescente a veces pida que se lo mire y otras pida que no se lo vaya a ver, ya que no todos los torneos tienen la misma valía ni representan la misma presión para el jugador.  Es obvio que si vamos a  consultar la preferencia del jugador tenemos que atenernos a las consecuencias. De nada sirve preguntarle qué prefiere si luego no vamos a tener en cuenta sus necesidades.
Asimismo están los que prefieren jugar de visitantes porque nadie los conoce y juegan más “sueltos”  y por otro lado están los que disfrutan jugando en su club por el aliento de las miradas de sus amigos.
Otro punto son los comentarios, gestos, actitudes y onomatopeyas de los padres y también de los coachs. Muchas veces se les dice a los chicos que jueguen tranquilos, pero los padres (y a veces también los coachs) están notablemente nerviosos o ansiosos. Deambulan permanentemente, fuman, vociferan o maldicen ante los desaciertos de sus hijos (o alumnos). Además de representar un contrasentido, es evidente que no es el mejor clima para que el chico juegue suelto y relajado y pueda demostrar todo su potencial.


En este tipo de torneos, y en el tenis en general, no hay mucha distancia entre el jugador y el público. Es así que los jugadores escuchan de qué se habla más allá del alambrado, más aún los chicos, dado que su concentración suele ser más lábil. Es notable que muchos niños están pendientes de los gestos de aprobación o rechazo de sus padres, voltean la cabeza permanentemente, se comportan como si jugaran para complacerlos. Este comportamiento atenta contra la concentración. En condiciones óptimas el tenista no debiera sacar su vista de la cancha y de su oponente. Es ahí donde están los estímulos significativos  y datos relevantes del deporte que practican. En uno de los partidos de dos chicos de 14 años, en un set point a favor del jugador “A”, su padre, que estaba sentado justo detrás de él, hace un comentario, se para, toma su cámara digital y comienza a filmar “el último punto”. El jugador “A” perdió ese punto y le pidió a su papá que no hablara más. ¿Cuántos chicos habrá compitiendo en esas misma condiciones y no se atreven a decirle/pedirle a sus padres que no hablen mientras ellos juegan?

Ya fuera del ámbito de la competencia, hay coachs (y padres) que dan indicaciones en forma constante. Éstas pueden socavar la creatividad del chico, ya que se acostumbran a jugar por “control remoto”, sólo hacen lo que les dicen. No olvidemos que el tenis es un deporte donde hay que decidir rápidamente qué hacer. Estos chicos juegan atentos a los que le dicen de afuera e inhibiendo las reacciones propias de su mente y su cuerpo.
Son jugadores a los que les cuesta encontrar su perfil de juego, “sobreactúan”. Tal vez juegan agresivamente porque así les dijeron pero ellos se moverían mejor en un perfil más defensivo, o viceversa. Por lo general no pueden sostener esa actitud a lo largo del tiempo y presentan grandes diferencias de rendimiento entre los entrenamientos, donde se les dice permanentemente qué hacer y las competencias, donde tienen que arreglárselas solos. No saben de sus capacidades ni de sus limitaciones, el saber está puesto en el afuera.
El objetivo del coaching es precisamente lo contrario: que la persona (niño deportista) progrese en forma rápida y eficaz, alcanzando una autonomía en la resolución de los problemas tanto importantes como cotidianos.
Es importante para ello trabajar en:
-       la comunicación entre los chicos y sus padres
-       la comunicación entre los chicos y sus coachs
 en la confianza de los deportista jóvenes que engloba pensamientos positivos, experiencias exitosas frecuentes y espíritu de lucha aún ante la adversidad
-   un autodiálogo eficaz que los mantenga centrados en el presente de forma apropiada y el uso de palabras que los alienten y motiven en momentos claves para la consecución de una ejecución óptima.

                                                         


(Este artículo se publicó en la Revista Cyber Countries y años más tarde en Luján Dep)
De retiros y retiradas



La Licenciada Susana Avella nos deja una nueva columna sobre psicología deportiva. Qué pasa por la cabeza de un deportista al retirarse? Averigualo acá…

"Estoy listo, creo que es hora de irse a hacer otra cosa con mi vida más que pasar cuatro horas al día en una piscina", dijo Phelps en entrevista con el Diario francés L'Equipe.
El reciente anuncio de Michael Phelps (27 años) que se retira de la actividad deportiva después de haber ganado 4 medallas de oro y 2 de plata en las recientes Olimpíadas de Londres, nos sirve para reflexionar en un tema tan espinoso como es el retiro del deportista.

Existen dos modos en que el deportista concluye su carrera. La menos frecuente es cuando el atleta es quién decide cuándo y por qué retirarse, dando por finalizada esta etapa por su propia elección. Los motivos pueden ser variados:

-  porque considera que cumplió con sus objetivos, como es el caso de Phelps (1): “Logré todo lo que me propuse, ¿para qué seguir?”, “Terminé mi carrera como quería”
- porque nota una merma en su rendimiento, como lo manifestó Andy Roddick (2) al anunciar su retiro en el US Open: “Desde Wimbledon y cuando jugué la primera ronda aquí me di cuenta de que mi nivel ya no es el mejor y, por lo tanto, es el momento del adiós".
-  porque ha perdido su motivación para entrenar, "Hay otras cosas que quiero hacer en mi vida en lugar de quedarme todo el día viendo una línea negra" (Michael Phelps, acerca de su retiro)
-  porque aparecen nuevas demandas en el orden familiar. Tal parece ser el caso de Luciana Aymar (3) quien declaró: “Es difícil dar un paso al costado. Creo que al margen de lo demás, sólo la maternidad va a ser lo que me va a indicar que “hasta acá llegué”
- porque aparecen nuevos compromisos laborales cuando el deporte no es rentado.
En todos estos casos hay una previsión por parte del deportista, un imaginarse el mañana y pensar en qué va a ocupar el tiempo cuando deje de entrenar y competir.

Otro modo del retiro es cuando el deportista es “retirado”, no es él quién decide. Los motivos pueden ser porque ya no juega como antaño y deja de ser atractivo para futuros contratos, o  por una lesión que lo priva de la posibilidad de la práctica deportiva. Tal fue el caso de Luis Zubeldía, actual entrenador de Racing que vio truncarse su carrera futbolística a los 23 años, a raíz de una lesión en su rodilla.
En esta versión del retiro predomina el factor sorpresa, lo inesperado de la situación. El deportista es pasivo en la decisión de seguir en actividad.

¿Cuál es la labor del psicólogo deportivo respecto del retiro?
La labor es eminentemente preventiva, de preparar al deportista para evitar un riesgo cuando culmine su ciclo deportivo. Dicha culminación lo enfrentará a la pérdida de una identidad que ha forjado a lo largo de muchos años, tal vez desde la más temprana infancia.  El deporte que practica es el ámbito por excelencia donde se compara cotidianamente con otros y en donde muchas veces adquiere lugares sobresalientes.
- Concientizar al deportista con la finitud de su carrera,  y que su valía no sólo depende de los éxitos y fracasos deportivos.
- Acompañar al atleta en la labor del duelo que a veces se produce en la edad en que sus coetáneos ingresan a sus estudios universitarios. Puede ser conmovedor para ellos estar transitando una “jubilación”  mientras que sus pares etáreos están en los inicios de una carrera profesional.
- Estimular gradualmente al atleta en conocer otros ámbitos de preferencias además del deportivo, que tome contacto con gustos, hobbies, intereses, inclinaciones que puedan complementarse o no con el deporte que hace.
- Que pueda imaginar un mañana sin ese deporte o vinculado al mismo desde otro lugar (ej.: periodista deportivo, entrenador, preparador físico, kinesiólogo, etc.



Susana Avella - MP 93258
(Así apareció pubicado en Luján Dep en noviembre de 2012)